lunes, 5 de mayo de 2014

HOMENAJE A LA LITERATURA BRASILEÑA: JORGE AMADO, EL GRAN ESCRITOR BRASILEÑO

Una dirección importante que aporta mucha información sobre Jorge Amado.
http://es.classora.com/units/h54606178/images/jorge-amado


Nació en la Hacienda de Auricídia, en el municipio de Itabuna, al sur del estado de Bahía. Su padre era dueño de la hacienda. Cuando tenía un año su familia se estableció en la población de Ilhéus, en el litoral de Bahía, donde Jorge pasó su infancia. Hizo los estudios secundarios en la ciudad de Salvador, capital del estado. En este periodo comenzó a trabajar en periódicos y a participar de la vida literaria y fue uno de los fundadores de la llamada Academia de los Rebeldes.
Jorge publicó su primera novela, llamada El País del Carnaval, en 1931, a los 18 años. Se casó con Matilde García Rosa dos años después, y con ella tuvo una hija, Lila, que nació en 1933, año en que publicó su segunda novela, Cacao.
Se graduó en la Faculdad Nacional de Derecho  en Río de Janeiro en 1935. Militante comunista, fue obligado a exiliarse en Argentina y Uruguay entre los años de 1941 y 1942, período en que hizo un viaje por América Latina. Al regresar a Brasil se separó de Matilde García Rosa.
En 1945 fue electo miembro de la Asamblea Nacional Constituyente por el Partido Comunista Brasileño (PCB), siendo el diputado más votado del estado de São Paulo. Como diputado fue autor de la ley que asegura la libertad de culto religioso. En este mismo año se casa con la también escritora Zélia Gattai.
En 1947, año en que nació João Jorge, su primer hijo con Zélia, el partido fue declarado ilegal y sus miembros fueron perseguidos y apresados. Jorge tuvo que exiliarse en Francia, donde se quedó hasta 1950. Su primera hija, Lila, murió en 1949. Entre 1950 y 1952 Amado residió en Checoslovaquia, donde nació su hija Paloma.
Al volver a Brasil, en 1955, Jorge Amado se distanció de la militancia política, pero sin dejar el Partido Comunista. Se dedicó desde entonces integralmente a la literatura. Fue electo el 6 de abril de 1961 a la Academia Brasileña de Letras. Recibió el título de Doctor Honoris Causa por diversas universidades. También recibió el título de Obá de Xangô en la religión Candomblé.
Su obra ha sido adaptada al cine, al teatro y a la televisión, y también ha sido tema de varios trabajos de escuelas de samba en el Carnaval brasileño. Sus libros están traducidos a 49 idiomas y publicados en 55 países. Existen también publicaciones en Braille y cintas de audio grabadas para ciegos.
En 1987 se inauguró en el Largo do Pelourinho, en la ciudad de Salvador de Bahía, la Fundación Casa de Jorge Amado, que abriga y preserva su acervo para investigadores. La fundación también ayuda el desarrollo de actividades culturales en el estado de Bahía.
Jorge Amado murió en la ciudad de Salvador el 6 de agosto de 2001. Fue incinerado y sus cenizas fueron enterradas en el jardín de su casa el día 10 de agosto, cuando cumpliría 89 años.

La obra literaria de Jorge Amado recibió diversos premios brasileños y extranjeros, sobresaliendo:
  • Premio Stalin de Paz (Unión Soviética, 1951)
  • Premio Jabuti, 1959
  • Latinidad (Francia, 1971)
  • Nonino (Italia, 1982)
  • Dimitrov (Bulgaria, 1989)
  • Pablo Neruda (Rusia, 1989)
  • Premio Etruria de Literatura (Italia, 1989)
  • Cino del Duca (Francia, 1990)
  • Mediterráneo (Italia, 1990)
  • Premio Luís de Camões (Brasil-Portugal, 1995)
  • Ministério da Cultura (Brasil, 1997)
Recibió los títulos de Comendador y Grande Oficial de las órdenes de Argentina, Chile, España, Francia, Portugal y Venezuela. Recibió también títulos de Doctor Honoris Causa de universidades de Brasil, Portugal, Italia, Israel y Francia. El título francés fue el último que recibió personalmente, en 1998, cuando ya estaba enfermo.

Un texto de Jorge Amado

No hay  flor  hermosa  en un camposanto
Tengo horror a los hospitales, a los fríos corredores, a las salas de espera que parecen antesalas de la muerte o, mejor aún, cementerios donde las flores pierden lozanía. No hay flor hermosa en un camposanto. Tengo, con todo, un cementerio mío, personal. Yo lo construí y lo inauguré hace algunos años, cuando la vida hizo madurar mis sentimientos. En él entierro a aquellos a quienes maté, es decir a aquellos que para mí han dejado de existir, a aquellos que murieron: los que un día tuvieron mi estima y la han perdido.
Cuando alguien rebasa todo límite y me ofende, no me enfado ya con él, no me enojo ni me pongo furioso, no me peleo, no corto mi relación, no le niego el saludo. Lo entierro en la fosa común de mi cementerio – en él no existen panteones familiares, tumbas individuales, los muertos yacen en la fosa común, en la promiscuidad de la vileza, de la maldad. Para mí, aquel fulano se ha muerto, ha sido enterrado, haga lo que haga ya no puede molestarme más.
Son raros estos entierros -¡menos mal!- Sólo a veces un pérfido, un perjuro, un desleal, alguien que ha faltado a la amistad, que ha traicionado al amor, alguien que fue excesivamente interesado, falso, hipócrita, soberbio –la impostura y la presunción me ofenden fácilmente. En el pequeño y deslucido cementerio, sin flores, sin lágrimas, sin sombra de añoranza, se pudren unos cuantos sujetos, unas pocas mujeres. A unos y a otras los he barrido de la memoria, les he retirado la vida.
Encuentro en la calle a uno de esos fantasmas, me paro a conversar, escucho, correspondo a las frases, a los saludos, a los elogios, acepto el abrazo, el beso fraternal de Judas. Sigo adelante. Él piensa que me ha engañado una vez más, y no sabe que está muerto y enterrado.
(Tomado de Navegación de cabotaje, Apuntes para un libro de memorias que jamás escribiré, Editorial Alianza, 1994)