domingo, 23 de noviembre de 2014




CONVOCATORIA DEL XXI PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA 2015

La Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios «Escritores y Críticos del Sur» convoca el XXI Premio «Andalucía» de la Crítica 2015 destinado a reconocer los mejores libros de escritoras y escritores andaluces publicados a lo largo de 2014, en las modalidades de Poesía, Novela y Relato.
Los miembros de la AAEC —compuesta por más de un centenar de especialistas en literatura, críticos, periodistas, profesores, asesores culturales y autores— propondrán en las fechas previas al fallo una lista con los títulos que a su juicio consideren de más calidad. Tras el escrutinio de las obras, estas pasarán a la final para ser examinadas por un jurado que decidirá los títulos merecedores de los galardones.
Si algún autor/a o editorial considera conveniente enviar libros de escritoras o escritores andaluces editados en 2014, deberá ponerse en contacto con la secretaría de la AAEC en el correo reme@ugr.es  donde se le facilitarán las direcciones de los miembros del jurado a los que habrán de enviar los libros, antes del día 4 de enero de 2015, remitiendo 10 ejemplares de cada título (uno a cada miembro del jurado, que no serán devueltos por la Asociación).
También podrá concederse el galardón especial a la mejor «Opera prima» si el jurado lo estima conveniente.
El jurado, que estará compuesto por 20 críticos —miembros de la AAEC, profesores de Universidad y representantes de los medios de comunicación—, emitirá su fallo inapelable antes de finalizar el mes de marzo de 2015 en la ciudad de Málaga.
Este premio no tiene dotación económica y los galardones, a título de reconocimiento, consistirán en unas estatuillas conmemorativas de una obra del escultor andaluz Andrés Alcántara, que serán entregadas a los autores/as premiados/as antes del mes de junio de 2015 en la ciudad de Granada.
Los galardonados/as no podrán optar al premio durante los cinco años siguientes a la fecha en que se les concedió por última vez, asimismo no podrán ser seleccionados los miembros de la directiva de la Asociación ni los componentes del jurado en las dos últimas convocatorias.
Hasta el momento el Premio ha contado con la colaboración de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, la Obra Social de Unicaja y la Escuela del Mármol de Almería. Este año colaboran en las actividades previas y en el acto de entrega distintas instituciones granadinas como el Área de Presidencia de la Diputación Provincial de Granada.






lunes, 5 de mayo de 2014

HOMENAJE A LA LITERATURA BRASILEÑA: JORGE AMADO, EL GRAN ESCRITOR BRASILEÑO

Una dirección importante que aporta mucha información sobre Jorge Amado.
http://es.classora.com/units/h54606178/images/jorge-amado


Nació en la Hacienda de Auricídia, en el municipio de Itabuna, al sur del estado de Bahía. Su padre era dueño de la hacienda. Cuando tenía un año su familia se estableció en la población de Ilhéus, en el litoral de Bahía, donde Jorge pasó su infancia. Hizo los estudios secundarios en la ciudad de Salvador, capital del estado. En este periodo comenzó a trabajar en periódicos y a participar de la vida literaria y fue uno de los fundadores de la llamada Academia de los Rebeldes.
Jorge publicó su primera novela, llamada El País del Carnaval, en 1931, a los 18 años. Se casó con Matilde García Rosa dos años después, y con ella tuvo una hija, Lila, que nació en 1933, año en que publicó su segunda novela, Cacao.
Se graduó en la Faculdad Nacional de Derecho  en Río de Janeiro en 1935. Militante comunista, fue obligado a exiliarse en Argentina y Uruguay entre los años de 1941 y 1942, período en que hizo un viaje por América Latina. Al regresar a Brasil se separó de Matilde García Rosa.
En 1945 fue electo miembro de la Asamblea Nacional Constituyente por el Partido Comunista Brasileño (PCB), siendo el diputado más votado del estado de São Paulo. Como diputado fue autor de la ley que asegura la libertad de culto religioso. En este mismo año se casa con la también escritora Zélia Gattai.
En 1947, año en que nació João Jorge, su primer hijo con Zélia, el partido fue declarado ilegal y sus miembros fueron perseguidos y apresados. Jorge tuvo que exiliarse en Francia, donde se quedó hasta 1950. Su primera hija, Lila, murió en 1949. Entre 1950 y 1952 Amado residió en Checoslovaquia, donde nació su hija Paloma.
Al volver a Brasil, en 1955, Jorge Amado se distanció de la militancia política, pero sin dejar el Partido Comunista. Se dedicó desde entonces integralmente a la literatura. Fue electo el 6 de abril de 1961 a la Academia Brasileña de Letras. Recibió el título de Doctor Honoris Causa por diversas universidades. También recibió el título de Obá de Xangô en la religión Candomblé.
Su obra ha sido adaptada al cine, al teatro y a la televisión, y también ha sido tema de varios trabajos de escuelas de samba en el Carnaval brasileño. Sus libros están traducidos a 49 idiomas y publicados en 55 países. Existen también publicaciones en Braille y cintas de audio grabadas para ciegos.
En 1987 se inauguró en el Largo do Pelourinho, en la ciudad de Salvador de Bahía, la Fundación Casa de Jorge Amado, que abriga y preserva su acervo para investigadores. La fundación también ayuda el desarrollo de actividades culturales en el estado de Bahía.
Jorge Amado murió en la ciudad de Salvador el 6 de agosto de 2001. Fue incinerado y sus cenizas fueron enterradas en el jardín de su casa el día 10 de agosto, cuando cumpliría 89 años.

La obra literaria de Jorge Amado recibió diversos premios brasileños y extranjeros, sobresaliendo:
  • Premio Stalin de Paz (Unión Soviética, 1951)
  • Premio Jabuti, 1959
  • Latinidad (Francia, 1971)
  • Nonino (Italia, 1982)
  • Dimitrov (Bulgaria, 1989)
  • Pablo Neruda (Rusia, 1989)
  • Premio Etruria de Literatura (Italia, 1989)
  • Cino del Duca (Francia, 1990)
  • Mediterráneo (Italia, 1990)
  • Premio Luís de Camões (Brasil-Portugal, 1995)
  • Ministério da Cultura (Brasil, 1997)
Recibió los títulos de Comendador y Grande Oficial de las órdenes de Argentina, Chile, España, Francia, Portugal y Venezuela. Recibió también títulos de Doctor Honoris Causa de universidades de Brasil, Portugal, Italia, Israel y Francia. El título francés fue el último que recibió personalmente, en 1998, cuando ya estaba enfermo.

Un texto de Jorge Amado

No hay  flor  hermosa  en un camposanto
Tengo horror a los hospitales, a los fríos corredores, a las salas de espera que parecen antesalas de la muerte o, mejor aún, cementerios donde las flores pierden lozanía. No hay flor hermosa en un camposanto. Tengo, con todo, un cementerio mío, personal. Yo lo construí y lo inauguré hace algunos años, cuando la vida hizo madurar mis sentimientos. En él entierro a aquellos a quienes maté, es decir a aquellos que para mí han dejado de existir, a aquellos que murieron: los que un día tuvieron mi estima y la han perdido.
Cuando alguien rebasa todo límite y me ofende, no me enfado ya con él, no me enojo ni me pongo furioso, no me peleo, no corto mi relación, no le niego el saludo. Lo entierro en la fosa común de mi cementerio – en él no existen panteones familiares, tumbas individuales, los muertos yacen en la fosa común, en la promiscuidad de la vileza, de la maldad. Para mí, aquel fulano se ha muerto, ha sido enterrado, haga lo que haga ya no puede molestarme más.
Son raros estos entierros -¡menos mal!- Sólo a veces un pérfido, un perjuro, un desleal, alguien que ha faltado a la amistad, que ha traicionado al amor, alguien que fue excesivamente interesado, falso, hipócrita, soberbio –la impostura y la presunción me ofenden fácilmente. En el pequeño y deslucido cementerio, sin flores, sin lágrimas, sin sombra de añoranza, se pudren unos cuantos sujetos, unas pocas mujeres. A unos y a otras los he barrido de la memoria, les he retirado la vida.
Encuentro en la calle a uno de esos fantasmas, me paro a conversar, escucho, correspondo a las frases, a los saludos, a los elogios, acepto el abrazo, el beso fraternal de Judas. Sigo adelante. Él piensa que me ha engañado una vez más, y no sabe que está muerto y enterrado.
(Tomado de Navegación de cabotaje, Apuntes para un libro de memorias que jamás escribiré, Editorial Alianza, 1994)

jueves, 7 de marzo de 2013


Una causa perdida

page1image1000
Sé que se trata de una causa perdida, pero creo que es obligación del escritor mantener una llamita encendida en aquellos altares en los que casi nadie rinde ya culto. ... Esa llamita alegórica a la que me refiero es la lengua latina, arrumbada en un desván de desidia por las sucesivas leyes educativas que hemos padecido en los últimos años, empeñadas en hacer de la enseñanza una transmisión de saberes puramente utilitarios.

... Antes de asomarme al conocimiento del latín, el lenguaje era un océano tumultuoso que ejercía sobre mí una atracción hipnótica. Me deslumbraba el brillo feroz de las palabras, su magia siempre renovada, pero cuando trataba de apresarlo entre mis manos tenía siempre la impresión desalentadora de que se trataba de una sustancia huidiza e ingobernable, tan copiosa que podía ahogarme en su torrente, a poco que me aproximara. Creo que esta misma impresión la habrán experimentado quienes hayan intentado alguna vez juntar unas pocas palabras con un propósito literario: el lenguaje, que un segundo antes se nos antojaba una posesión dócil, se convierte en un ejército arisco y en desbandada que desobedece nuestras órdenes y se resiste a formar esas combinaciones, en apariencia tan simples, donde anida la esquiva belleza. Estudiando latín descubrí de repente que el lenguaje esconde una matemática exacta, una secreta álgebra que sólo le es deparada a quienes se atreven a zambullirse en su torrente; para aquel adolescente confuso (a la confusión propia de la edad se sumaba en mi caso la confusión acaso más perturbadora de la vocación artística), el latín fue su escafandra y su bombona de oxígeno en una gozosa inmersión que iba a durar para siempre. Hasta entonces, el lenguaje había sido para mí una superficie líquida que se extendía hasta más allá del horizonte; gracias al latín encontré por fin el arrojo suficiente para adentrarme en él y desentrañar los bosques de madréporas que escondía en sus arrecifes, los ondulantes sargazos que alfombraban su fondo, los cardúmenes de peces que se mecían a favor de sus corrientes. Fue esa visión submarina del lenguaje lo que me convirtió en escritor: de repente, comprendí que las palabras, más allá de su eufonía o brillo externos, encubrían una vida íntima mucho más asombrosa, una fuerza irradiadora que creaba campos magnéticos sobre otras palabras, completándolas, iluminándolas con un chispazo inédito. No se trataba tan sólo de descubrir la sonoridad de las palabras, sino sobre todo su origen recóndito -cada palabra como un tesoro de etimologías- y, muy especialmente, su gozosa urdimbre: si hasta entonces la sintaxis se me había antojado una disciplina fatigosa, gracias al latín entendí que era en realidad el esqueleto invisible del lenguaje, su necesaria respiración, su latido cadencioso y más perdurable.

Aquella causa perdida me ganó para siempre. Y mientras me quede vida -esqueleto, respiración, latido-, mientras me asistan las palabras, seguiré defendiéndola.

Juan Manuel de Prada, Xl Semanal, 25 de octubre de 2005. 

martes, 2 de octubre de 2012

LA BIBLIOTECA Y LA COMPETENCIA LECTORA E INFORMACIONAL


VÍDEO EN YOUTUBE

COMPETENCIA INFORMACIONAL

La articulación de programas para el desarrollo de la competencia informacional desde la biblioteca escolar





COMPETENCIA LECTORA

·   Libros profesionales